Especial Inmigrantes

2015 es un año para observar Paraguay

Estado débil y dependencia económica dificultan la vida del trabajador paraguayo. Con crisis en Argentina y España, inmigrante opta por Brasil. Año de elecciones municipales promete ser agitado.
Marcel Gomes
 13/01/2015

Es injusto, por todo lo que significa el México de Emiliano Zapata, Frida Kahlo y Juan Rulfo, pero el término “mexicanización” se ha transformado en sinónimo de cosas malas. Es usado para referirse al riesgo de que un determinado país caiga en las garras del narcotráfico, o tenga un gobierno autoritario con fachada democrática, como en las siete décadas en las que el PRI estuvo en el poder.

Cartão Postal paraguaio, 1916, disponível para consulta no Portal Guaraní
Postal paraguayo de 1916, disponible en Portal Guaraní

El término encontró sentido incluso en la economía. “Mexicanizar” en ese sentido significa apostar por las maquilas, como son conocidas las líneas de ensamblaje industriales dedicadas a la exportación y que, como regla, superexplotan a los trabajadores. En fin, cuando alguien dice que un país se está “mexicanizando” no suele ser buena cosa.

Cuando estuve en Asunción, en diciembre, para investigar la creciente migración de jóvenes paraguayos hacia Brasil, fue justamente eso lo que escuché de interlocutores sobre la situación de Paraguay. Las dificultades que afectan a la población local cada vez se parecen más a las enfrentadas por los mexicanos: incremento de la violencia, tráfico de drogas y corrupción política.

Eso puede parecer extraño en este momento en que el PIB paraguayo crece a unas tasas muchas veces mayores que las brasileñas, gracias al cultivo de la soja. Pero las cosas quedan más claras para quienes, como nosotros de la Repórter Brasil, acompañamos ese sector del agronegocio, marcado por la concentración de renta y por la reducida generación de empleo.

La realidad es que hay una considerable diáspora paraguaya rumbo a Brasil iniciada en este nuevo milenio. El Ministerio de la Justicia brasileño relata la existencia de 17 mil paraguayos en la región metropolitana de São Paulo, pero el Ministerio de las Relaciones Exteriores de Paraguay, que pude visitar en Asunción, estima que son entre 45 mil y 60 mil. En el país, podrían ser 80 mil.

Se trata de una migración que ganó fuerza recientemente, diferente de la de los bolivianos, que ya suman 350 mil en São Paulo. Dos entre cada tres paraguayos llegaron a la región metropolitana después del año 2000, y la mitad después del 2005, según investigación del Centro Scalabriniano de Estudios Migratorios, vinculado a la Iglesia Católica.

Son trabajadores que desembarcan sin cualquier conocimiento de las autoridades, facilitando la ocurrencia de casos de superexplotación laboral –incluso de trabajo esclavo. La mayoría son hombres jóvenes que vienen a actuar en la construcción civil y en la industria de confección, inclusive en las cadenas productivas de famosas marcas de fast fashion.

Pese a la desaceleración de la economía brasileña, hay razones para creer que ese flujo migratorio debe mantenerse o, incluso, ampliarse. Cito dos factores, uno coyuntural y otro más de fondo.

El primero se refiere a la situación económica de los dos destinos históricamente escogidos por los migrantes paraguayos, Argentina y España. Se estima que vivan actualmente hasta un millón de paraguayos en ciudades argentinas, principalmente en la Gran Buenos Aires, y hasta 180 mil en territorio español.

Sin embargo, la larga crisis económica que afecta a esos dos países no sólo desestimuló la llegada de nuevos migrantes, sino que también creó un movimiento de retorno. El diplomático Hugo Morel, director de un sector de la cancillería paraguaya que da soporte a los inmigrantes en el exterior, me contó que en los últimos doce meses al menos dos mil personas retornaron al país con apoyo del gobierno, después de años viviendo en el exterior.

Hugo Morel, da chancelaria paraguaia
Hugo Morel, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Paraguay

Al mismo tiempo, Brasil se ha vuelto un nuevo El Dorado. O, al menos, ganó esa fama. Con el crecimiento económico de la última década, sobre todo en el gobierno Lula, y la cobertura obtenida con la Copa del Mundo y las Olimpiadas, el país pasó a ser visto como alternativa real para los trabajadores paraguayos. Muchos decidieron venir.

La segunda razón, como ya dije, es más de fondo. La victoria del empresario del Partido Colorado, Horacio Cartes, en la elección presidencial de 2013 significa que Paraguay dobló la apuesta en el actual modelo: un verdadero estado mínimo y una economía movida a agronegocio y comercio de triangulación.

Tras algún protagonismo en el breve intersticio que fue el gobierno Fernando Lugo (2008-2012), el Estado paraguayo sigue como uno de los menos capaces de América Latina. No se puede hacer mucho con una carga tributaria de apenas un 12% del PIB, un índice que debe causar envidia a los neoliberales de cualquier país del mundo.

En la economía, lo mismo. El comercio de triangulación Asia-Paraguay-Brasil sin duda enriqueció localidades en la frontera, como Ciudad del Este (divisa con Foz do Iguaçu, en Paraná) y Pedro Juan Caballero (con Ponta Porã, en Mato Grosso do Sul). ¿Pero cuántos paraguayos disfrutan de los beneficios allí generados?

Es una situación perversa: mirando al país como un todo, lo que se ve es un Estado impotente y una sociedad relativamente pobre, cuyo PIB per capita sólo supera al de Bolivia y al de Guyana en América del Sur, pero con elevadísima concentración de renta, semejante a la de Brasil. Al final, cerca de un 15% de los paraguayos tuvieron que buscar una vida mejor en el exterior.

El modelo paraguayo también guarda una profunda conexión funcional con Brasil, más allá de los intercambios comerciales. Se trata de la transformación de su territorio en un espacio avanzado para las más diversas formas de ilícitos, como el tráfico de drogas y armas, el contrabando y el lavado de dinero, en beneficio de criminales brasileños.

Quien me llamó la atención sobre ese aspecto fue el economista Luis Rojas Villalba, un colega que coordina uno de los más tradicionales centros de investigación locales, el Base Investigaciones Sociales. Para Rojas, Paraguay asume para sí un papel en relación a Brasil semejante al que tiene México en relación a Estados Unidos. Si él está correcto, es la mexicanización en su peor sentido.

O economista Luis Rojas Villalba, da Base Investigaciones Sociales
El economista Luis Rojas Villalba, de Base Investigaciones Sociales

Parece realmente difícil alimentar algún optimismo a partir del actual escenario paraguayo. Pero, como muchos dicen por allá, sí, se puede. Es el mismo slogan que pautó los levantes de trabajadores mexicanos en haciendas del sur de Estados Unidos en los años setenta, y que acabó traducido y resignificado por Barack Obama décadas después.

En Paraguay, los movimientos campesino e indígena plantan sus banderas por los rincones del país, aunque muchos grupos necesiten superar los desafíos de la desarticulación y de la comprensible aversión a la política institucional. En esa arena, el Frente Guasú se destaca, una confederación de partidos progresistas y minoritaria en el parlamento, sin ningún diputado, pero con cinco senadores, entre ellos Lugo.

Cuando yo estaba en Asunción, el día 10 de diciembre, una marcha sería realizada por activistas de decenas de organizaciones sociales y políticas, para protestar contra nuevas medidas privatizantes del gobierno Cartes.

Fátima Rallo, del Consejo de Organizaciones Populares y Sociales de Paraguay, y Gladys Cabrera, de la Asociación Paraguaya de Apoyo a los Migrantes, me recibieron para una conversa un día antes de la protesta. Hablaban en el teléfono móvil. Estaban preocupadas con los obstáculos creados por el gobierno para impedir la llegada de caravanas de militantes oriundos del interior del país.

Estuvo lejos de haber sido la mayor marcha que he visto. Pero sus organizadores la celebraran como un paso importante para unificar a las fuerzas sociales paraguayas. Viejos adversarios estaban allí, más cercanos que nunca.

Fátima Rallo, do Conselho de Organizações Populares e Sociais do Paraguai, e Gladys Cabrera, da Associação Paraguaia de Apoio aos Migrantes
Fátima Rallo, del Consejo de Organizaciones Populares y Sociales de Paraguay, y Gladys Cabrera, de la Asociación Paraguaya de Apoyo a los Migrantes

Después de la pausa de fin de año, el embate debe ser reanudado en el parlamento y en las calles. En marzo, las chapas para las elecciones municipales de noviembre se empiezan a montar oficialmente. Sí, se puede. Que el bravo espíritu rebelde de los zapatistas y de los estudiantes mexicanos contagie a los paraguayos. Que eso ayude a resignificar la idea de mexicanización. Paraguay y México lo necesitan.

 

Haga clic aquí y lea otros reportajes de la Serie Especial Inmigrantes (en portugués)

 

Traducción: Naila Freitas

 

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